Administraciones públicas 2.0: un salto adelante
Poco a poco va calando en la administraciones públicas la idea de que “lo 2.0” es mucho más que una simple etiqueta que se utiliza para dar imagen de modernidad, una moda pasajera apoyada en una coletilla que hoy está en boca de todos. Cinco años después de que Tim O’Reilly acuñara el término, políticos y gestores públicos comprenden cada vez más el cambio de paradigma que supone la adopción de un sistema de gestión en red, que va mucho más allá de dotar sólo de material informático a los funcionarios. Es, lisa y llanamente, darle la vuelta por completo a la forma de entender la maquinaria pública y su relación con el usuario de a pie, haciendo que ésta gire en todo momento en torno al ciudadano, escuchando y recogiendo sus propuestas, siendo transparante en su funcionamiento y asumiendo un modelo de innovación y “beta permanente”, frente al inmovilismo de la burocracia tradicional. Y todo ello, por supuesto, causando las mínimas molestias y trabajando por la satisfacción de quien está al otro lado de la “ventanilla”, cada vez más virtual y menos física.
En este proceso los blogs y las redes sociales están jugando un papel primordial. A pocos políticos se les puede ocurrir ya abrir una bitácora en período electoral y abandonarla en cuanto pasan las elecciones. Tampoco se trata de hacer un simple discurso unidireccional, sino de mantener un canal de comunicación activo y bidireccional, complementario a los medios de comunicación tradicionales (y no un sustitutivo, como se ha vendido en ocasiones). En un país con 24 millones de internautas y un millón y medio de bloggers, esas prácticas ya no son válidas. Si uno no se implica realmente en esto y se lo cree, es mejor quedarse a un lado. España, en proporción el segundo país del mundo en el uso de redes sociales, se encamina hacia la madurez digital sin remedio, y ya no caben los discursos vacíos y pomposos. Así, cada vez más políticos y administraciones públicas tienen perfiles 2.0 e interactúan a través de Twitter, una herramienta con la que especialistas diversos en esta materia conversan y debaten constantemente, y lo hacen además de forma pública y visible para cualquiera.
El proyecto Guadalinfo quiere impulsar esta cultura digital y hacerla extensiva a toda la ciudadanía. En un principio se trató de garantizar el acceso a Internet a todos los andaluces, sin excluir a ningún núcleo rural, dotándoles de las herramientas y la formación necesaria para disfrutar de su condición de ciudadanos digitales, y sin barreras autoimpuestas por el desconocimiento. Ahora los objetivos son más ambiciosos, ya que se basan en la transformación del territorio y la creación de sinergias entre personas que redunden en un beneficio palpable para la sociedad. Se trata aprovechar las bondades de las nuevas tecnologías y adaptarlas a la realidad del mundo analógico o tradicional. De nada vale utilizar unas herramientas, por muy modernas que sean, si se siguen copiando los mismos esquemas de trabajo anteriores, con sus mismas deficiencias. El proyecto Participa en Andalucía, que cuenta con todo el apoyo por parte de Guadalinfo, es un buen ejemplo de este nuevo modelode gobierno, que cambia la “e” de electrónico por la “o” de “open”. O lo que es lo mismo, pasa del simple continente a cambiar la esencia fundamental de su contenido.